Números sobre la expo Shanghai 2010

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Shanghai está decidida a superar a sus hermanas. Los 4.200 millones de dólares gastados en la exposición universal, que arrancó el viernes, son el doble de lo que costaron los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008. Si se añade la nueva infraestructura, el precio total ha sido de casi 50.000 millones de dólares. Pero puede que la cara puesta de largo de la ciudad cree un riesgo

financiero innecesario y pocos resultados reales. La última Expo -donde 191 países muestran sus logros en elaborados pabellones- será la más cara de los 150 años de historia de las exposiciones universales.

Una factura detallada incluiría al menos 2.600 millones de dólares para la construcción del emplazamiento, y otros 1.500 millones de gastos de mantenimiento durante cinco meses.

En cuanto a la infraestructura, Shanghai ha invertido 45.000 millones de dólares en la red de metro más larga del mundo, dos nuevas terminales aeroportuarias y un paseo junto al río. Al menos, estas inversiones deberían sobrevivir al pabellón de España, con su forma de cesta de mimbre, y al “globo ocular” de Dinamarca, que se demolerán cuando finalice la exposición.

Financiar todo esto es complicado. La venta de entradas y los patrocinios sólo recuperarán 1.400 millones de dólares. Casi la mitad de los costes de construcción se han financiado con bonos de la Expo, emitidos por el ayuntamiento de la ciudad y garantizados por el flujo de caja de empresas estatales. Shanghai espera vender el terreno de la muestra cuando finalice a un precio lo suficientemente alto para amortizar la deuda. Pero el Gobierno chino está decidido a frenar la subida desbocada de los precios del mercado inmobiliario, por lo que los beneficios podrían reducirse.

Además, la infraestructura se ha financiado en parte con deuda. Normalmente, los ayuntamientos pagan el 30% en capital. Pero Shanghai ya es una ciudad más desarrollada que otras, así que el alza de los beneficios quizá no logre alcanzar el nivel del coste de devolución de la deuda.

Por todos estos motivos, puede que la Expo ni siquiera potencie las esperanzas de Shanghai de convertirse en un centro financiero mundial. Eso depende más del cerrado sistema económico de China que de una escasez de nuevas líneas de metro. La fortaleza de las infraestructuras de Shanghai obtuvo una buena puntuación en un sondeo de China Economic Review, pero sacó malas notas en regulación, reserva de talento y política económica.

Nada de esto preocupa a los habitantes de Shanghai, que van a disfrutar de ventajas como días libres adicionales y abonos de metro gratuitos por la Expo. Los bancos e inversores que han financiado el espectáculo deberían esperar menos.

Un evento que pulveriza marcas

– La expo de Shanghai es la más grande de la historia, con una superficie de 5,28 kilómetros cuadrados.

– Será la más concurrida: está previsto que acudan entre 70 y 90 millones de visitantes, la mayoría de ellos chinos.

– En sus 159 años, ninguna Exposición

Universal había reunido

hasta ahora a 192 países

y a 50 organizaciones internacionales.

– Contará con la pantalla LED más grande del mundo.

– Cuesta 44.000 millones euros (el doble que los Juegos de Pekín).

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